Hay momentos bonitos en la vida que uno se ilusiona con otra persona y poco a poco va creando en su mente historias que le hacen pensar que ese amor puede resultar el amor de su vida. Lo malo es que puede pasar el tiempo y esa persona te quiera hacer creer que aquello que tú sentías sólo estaba en tu imaginación; que aquel beso que te dio, y a ti te hizo soñar, era eso: sólo un sueño. Cositas que empiezan en broma y van calando en tu corazón y, cuando ya no tienen vuelta atrás, aquella realidad no es la que tú creías.
A veces no nos queda más remedio que llevar esa verdad cómo podemos y asumir ese dolor con un punto de locura para asimilar la desilusión de quien jugó con nuestros sentimientos.
¿Quién no se enamoró alguna vez de tal modo que hasta contaba las veces que se cruzaban sus miradas? O llegaba a darle importancia al roce fortuito de una mano…
Y quisiéramos odiar a esa persona, apartarla de nuestra vida… y no podemos. Es preferible hacer creer que no pasa nada y llorar nuestro dolor en silencio. Aunque para los demás debamos poner una burla en nuestra boca y bendecir la locura de tomarse el Mundo a broma.
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